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La imagen de ver jamones colgados del techo es muy común en secadores, tiendas, bares… Pero, ¿te has preguntado en alguna ocasión por qué se cuelgan los jamones? Aunque nosotros lo vemos normal, es una estampa poco usual para los extranjeros que nos visitan y muy característica de nuestro país. ¡Hoy en nuestro nuevo post te lo contamos todo!
Como bien sabrás, la curación del jamón se divide en diferentes fases y, aunque no lo creas, colgar el jamón es uno de los pasos indispensables a seguir durante el secado.
De hecho, este proceso pertenece a la tercera etapa. Una vez que los jamones han sido salados y lavados se mantienen en esta posición para que de forma paulatina pierdan la humedad y el exceso de grasa. Por su parte, se coloca el popular sombrerito de plástico o chorrera en la punta de la pieza para recoger esa grasa que cae.
Primera fase del secado del jamón. Las piezas se cuelgan a una temperatura entre 6 y 16º C y una humedad que oscila entre 60 y 80%.
Segunda fase. Una vez que se ha cumplido el paso anterior con jamones colgados, se sube un poco la temperatura hasta alcanzar entre los 16º C y los 30º C. En cuanto a la humedad, mantiene niveles similares.
Tercera y última fase del secado. Este procedimiento hace referencia a la etapa de maduración y envejecimiento, moviendo las piezas y engrasando las zonas que podrían verse afectadas. De este modo, se logra una curación homogénea y se potencia el resultado en boca. Las piezas de mayor calidad tienen que pasar por este proceso.
Por otro lado, queremos hablar del origen de colgar jamones como una costumbre. Una práctica que se remonta a la época comprendida entre el siglo X y XIV, donde convivían cristianos y judíos en nuestro territorio.
En este sentido, los judíos empezaron a utilizar el cerdo en sus elaboraciones y a usar manteca en vez de aceite para que sus casas desprendiesen el olor de este alimento y no levantar sospechas de la religión que veneraban, evitando así ser expulsados.
Debido a la Inquisición, los judíos convertidos al cristianismo también colgaban los jamones en el portal de sus viviendas de cara a los opresores. Del mismo modo, en los bares y centros de ocio de la época también se usaban jamones colgados y visibles para dejar claro que se consumía este maravilloso elemento.
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